jueves, 7 de junio de 2012


Ray Douglas Bradbury 
(Waukegan, Illinois, 22 de agosto de 1920 - Los Ángeles, California, 5 de junio de 2012 )

Dias atrás, nos enterábamos de la muerte de este genial escritor, nos parece  compartirles este fragmento de una entrevista que una periodista le hiciera años atrás, aparecida en Le Monde y en Ñ, de  CLAUDINE MOULARD
Le Monde. Traducción de Cristina Sardoy
Lúcido, escribiendo, con libros nuevos y obras en cartel, uno de los padres de la ciencia ficción, a los 87 años, confiesa desde un amor con Bo Derek hasta su visceral rechazo a la educación sistemática y su deseo de yacer en Marte. Optimista, el autor de las consagradas "Crónicas marcianas" no teme el desastre ecológico: dice que a lo sumo habrá que mudarse a otros planetas.
A los 87 años, el autor de Fahrenheit 451 y de Crónicas marcianas mantiene un optimismo imbatible. En el peor de los casos, "si la vida desaparece en la Tierra, podemos encontrarla en otros planetas. Los viajes al espacio nos harán inmortales"
«p-¿Considera que su best-seller Fahrenheit 451 fue mal interpretado?
«r-Se me han acercado japoneses para ponerme un walkman en las orejas y decirme: "¡Con Fahrenheit 451, usted inventó esto, señor Bradbury!" Mi respuesta ha sido: No, gracias. Estamos rodeados de demasiados juguetes tecnológicos, con Internet, los iPod... La gente se equivocó. Yo no traté de prever, sino de prevenir el futuro. No quise hablar de la censura sino de la educación que el mundo tanto necesita. Podemos salvar a Estados Unidos, gracias a los niños, si les enseñamos a leer y a escribir a partir de los 3, 4, 5 años para que lleguen a la escuela primaria sabiendo leer. Después, es muy tarde. Cuando en realidad, ya desde muy pequeños, queremos leer las palabras de las historietas. Yo aprendí a leer a los tres años, para leer las caricaturas.
«p-En Fahrenheit 451, los humanos salvan los libros memorizándolos. ¿Las bibliotecas digitales pueden cumplir ese papel?
«r-La digitalización no es la solución propiamente dicha, la cuestión es cómo se la utiliza. Si es algo que alienta la lectura, perfecto, de lo contrario, ¿qué sentido tiene? Por otra parte, he rechazado ofertas de digitalización de mis libros. Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo... ¡Es algo que una computadora no ofrece!

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